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Si contáramos una historia sobre nosotros y nuestra motivación, podría ser algo parecido a esto que os quiero transmitir.
Hace ya muuuchos años, siendo muy niños, en nuestra casa siempre, por uno u otro motivo, solía pasar mucha gente de nuestra familia más cercana, y hablo de nuestra propia sangre, aunque había otra mucha familia, que aún no siendo de nuestra propia sangre, lo eran tanto o más que estos.
Nuestra Madre Adoración Teresa, su nombre, nos enseñó, entre muchas otras cosas, a compartir. Sí, a compartir. Para ella era muy importante tener la mesa siempre lista por si alguna visita hiciese acto de aparición, sobre todo los fines de semana, y no es que sobrase las viandas en nuestra mugrienta y pequeña despensa, sino más bien todo lo contrario, pero la mejor forma en la que ella tenía de agradecer a toda esa familia que teníamos su ayuda, era la de sentarlos a la mesa para compartir lo que recibíamos, de esas manos tan bondadosas, y que desde aquí vaya un homenaje de agradecimiento para todas ellas por su ejemplo y sacrificio hacia nosotros.
Nuestra Madre, seguro que como muchas de las vuestras, tenía un corazón que no lecabía en el pecho, y unas manos para la cocina, de las que hoy podrían ser la mejor de las estrellas Michelin. Ella nos enseñó a ser hospitalarios, no importaba si tenían que
ceder su propia cama para que una de esas visitas estuviese lo más confortable posible, y sacrificar con mucho gusto su propia comodidad por ver más felices a quienes nos visitaban. Crecimos con esto y hoy queremos dar a través de nuestros apartamentos Adoracte.
En homenaje a ella queremos brindar la máxima hospitalidad que cualquier viajero se merece en una parada hacia su destino, sabiendo que casi pudo compartir nuestros apartamentos como si de su propia familia se tratase. Nosotros no queremos sucumbir al turismo masivo, queremos mostrar nuestro entorno, costumbres y gastronomía.
También hemos sido y somos viajeros, tanto por placer como por trabajo en muchas más ocasiones. En nuestros viajes siempre nos dejó huella, aquellos sitios que no tanto por su lujo, pero sí por su pulcritud, hospitalidad y cercanía personal nos dejaron huella, y a los que cuando podemos seguimos visitando de vez en cuando, como si de nuestra familia se tratase, y que como por aquel entonces recordásemos.
Como diría Nuestra Madre, sed bienvenidos a la nuestra casina, estamos a vuestra disposición, esperamos que la disfrutéis mucho, tal y como nosotros lo hemos hecho en su reconstrucción con todo nuestro cariño y sacrificio, y cuidarla como si fuese vuestra.